jueves, 11 de octubre de 2012

Historia de la cocina. Prehistoria y 1º civilizaciones

         Desde los albores de la evolución, los australopitecos, nuestros antepasados directos se procuraban el alimento a partir de su entorno. Eran homínidos recolectores que buscaban el alimento vegetal en los árboles, y a medida que su fisonomía iba cambiando para adaptarse al entorno comían raíces y arbustos. Con los nuevos estadios evolutivos, nació un nuevo género denominado homo.
El Homo Erectus fue el que domesticó el fuego por primera vez hace 400.000 años, y a su vez se convirtió en el primer cocinero de la historia, ya que descubrió que sometiendo los alimentos a la acción del fuego cambiaba sus condiciones, haciéndolos más aptos al consumo, por ser más masticables y haciendo su sabor más agradable. Estas mismas variaciones dietéticas influyen en la configuración fisonómica de este género, ya que se suavizan sus mandíbulas al no tener que masticar tan fuerte y aumenta su capacidad craneana. El homo fue evolucionando, convirtiéndose en cazador al aumentar su capacidad comunicativa y poder establecer estrategias cinegéticas entre sus congéneres. Aunque también practicaba el carroñeo y la recolección de vegetales en estado salvaje cuando la caza era complicada.
         Hacia el 10.000 a. C se da en la humanidad una revolución comparable a la revolución industrial de la edad moderna. La revolución neolítica transformó al homo sapiens, especie a la que pertenecemos, de cazador-recolector a productor de alimentos, tanto animales como vegetales. El hombre se dedicó a una explotación premeditada de los recursos naturales de los que disponía, por lo que se establecieron los primeros asentamientos fijos, cambiando de un modo de vida nómada al sedentario. La actividad humana por lo tanto se diversificó, ya que el hombre se liberó de la exclusiva tarea de procurarse el alimento, consiguiendo excedentes de producción con el cual se permitió el negocio, a la vez que se dedicaba a la tradicional industria lítica. Los animales eran domesticados a partir de la selección de la especie, rechazándose los animales más salvajes (excepto los sementales, por cuestiones reproductoras), y cobijando a los más dóciles. Así se procuró un alimento fijo con la ganadería porcina, ovina, caprina y vacuna. La agricultura también vivió momentos de esplendor con la domesticación de las gramíneas y los cereales. Los lugares precursores de esta gran innovación fueron las riberas de los grandes ríos debido a la riqueza de las llanuras aluviales y los deltas, como el Yang Tse en China, el Nilo en Egipto, el Danubio en Europa o las riberas del Tigris y el Eufrates en Mesopotamia.
Las primeras especies cultivadas fueron el arroz, la cebada, el mijo, el trigo, la vid y el olivo, estas últimas de capital importancia en los pueblos ribereños del Mediterráneo y conocidas como la trilogía mediterránea. En cuanto a frutales, legumbres, vegetales y a cultivos leñosos destacamos la col, la lenteja, las habas, la higuera, el guisante, el manzano, el peral, el ciruelo y el cerezo entre otras muchas especies.
         Egipto es considerada como la primera gran civilización de la humanidad, siendo visibles hoy día en las mastabas y pirámides grandes festines funerarios, alimentos que se enterraban junto a los muertos ya que consideraban que los consumirían en el largo camino hacia el más allá. Aunque alcanzaron altas cotas de refinamiento culinario, el campesino del Nilo se mantenía con poco: pan hecho de trigo, cebollas, legumbres y cerveza, gran invento de los egipcios al fermentar los granos de cebada. Las lentejas fue uno de sus alimentos más exportados a los pueblos del Mediterráneo.
En cuanto a la carne, eran las clases acomodadas las que disponían en mayor abundancia de este privilegio, como funcionarios, nobles y sacerdotes, aparte lógicamente de toda la casta real. Bueyes, terneras, cabras, ovejas, cerdos, ocas y pichones aparecían frecuentemente en sus mesas, aunque el problema consistía en su conservación, ya que al ser Egipto un país extremadamente calido no duraba mucho en condiciones de ser consumidos. La carne era pues una comida festiva y no entraba en  los menús diarios
         En los pueblos de Mesopotamia (los actuales Irán e Irak) no se envidiaba para nada al arte culinario egipcio, ya que como civilizaciones que abarcaban numerosos pueblos y muy distintas materias primas diversificaron su cocina con numerosas elaboraciones, a la vez que nos han legado los primeros inventarios de alimentos y de utensilios de cocina utilizados en los palacios reales. Acadios, sumerios y babilonios hicieron gala de pantagruélicos banquetes reales donde las celebraciones se sucedían a lo largo de varios días y para cientos de invitados, donde es de imaginar el frenesí culinario de personal y asistentes a los banquetes.

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