jueves, 11 de octubre de 2012

LA MUY LAMENTABLE TRAGEDIA ROMANA DE TITO ANDRÓNICO POR LA FURA DEL BAUS


LA MUY LAMENTABLE TRAGEDIA ROMANA DE TITO ANDRÓNICO POR LA FURA DEL BAUS


            La Fura del Baus ha extendido los límites de las artes escénicas con la obra “La degustación de Titus Andronicus”, adaptación de la obra original de William Shakespeare, una de las más sangrientas del autor británico y en la que incorpora un nuevo elemento al lenguaje de la Fura para plasmar la tétrica historia del autor inglés. Puesta en escena en 2010, e insertada dentro de los espectáculos fureros, no es la primera vez que el grupo catalán aborda obras desarrolladas en la antigüedad clásica (el caso de las operas Orpheus y Euridice y Les Troyens), pero si la primera que incorporan un nuevo elemento a la escenografía de la representación. La gastronomía y la cocina juegan un papel fundamental ya que los grandes momentos de la obra pivotan sobre la sobrecogedora puesta en escena de los personajes, lo tremendo de la trama y la labor del equipo de cocina, presente y actor durante todos los actos en los que se divide la acción.
            Estrenada la original a finales del XVI la historia de Titus Andrónicus es una obra considerada como precursora del gore, muy del gusto de sus contemporáneos habituados a tragedias sangrientas como el Tamerlan de Marlowe, donde se desgrana la historia de unos personajes sádicos y crueles que no dudan en comerse literalmente a sus enemigos. El público isabelino recibió la obra publicada como “tragedia romana”, con autoría anónima para hacerla asemejarse a una tragedia de época clásica. Los hechos son a grandes rasgos los siguientes: Tito Andrónico, general victorioso sobre los godos vuelve a Roma con la reina de estos, Tamora, quien ve como Tito sacrifica a su hijo en el banquete de su triunfo. Tamora, emparentada con Saturnino, el emperador, utiliza su influencia para infringir crueles males a Tito, como mutilar a su hija Davinia y obligarle a amputarse una mano. La venganza de Tito consistirá en raptar a los dos hijos de Tamora para matarlos y cocinarlos de camino, mientras que asesina a su propia hija para ahorrarle la deshonra de su situación. Tamora no se libra de su furia homicida, siendo asesinada por el general romano. En el caos que sigue después de la orgía de sangre mueren Tito y Saturnino el emperador, quedando únicamente un hijo de Tito, Lucio para contar la macabra historia.
             Tal trama se adapta a  la perfección al lenguaje furero, que escoge para sus representaciones espacios abiertos, la interacción con los asistentes, materiales orgánicos y de desecho, técnicas industriales y la incorporación de los mass media. El espectador trasciende del patio de butacas para estar en contacto directo con la acción, dejando el papel de sujeto pasivo para convertirse en actuante de la obra. Las reacciones del público ante la provocación que se ve continuamente sometido son parte misma de la obra, imposible de concebir sin la plena participación de él. Los actores te empujan, te escupen, e inundan el espacio de fluidos corporales (o así lo son en apariencia) en un ritual que atrae al espectador como parte indisoluble del espectáculo. Las nuevas tecnologías también sirven al efectismo escenográfico, con gigantescas pantallas que flanquean al espectador-actuante, y en la que se muestran escenas que contrastan con la acción que se desarrolla en la sala, pero que refuerzan más los encontrados sentimientos que siente el publico ante la crudeza de las escenas. Se muestran unas pulcras manos de cocinero cortando verduras mientras que Davinia llora la desgracia de su mutilación. Imágenes que nos hacen intuir cual será el ingrediente principal que los caníbales cocineros se afanan en preparar.
            Para este montaje, la Fura hace un ejercicio de puesta en escena, cocina e interacción con el espectador estimulando los cinco sentidos mediante la incorporación de un nuevo elemento a la escenografía habitual del grupo. En la representación de esta obra juegan con la gastronomía, en conexión con el chef del laureado restaurante Mugaritz, Andoni Luis Aduriz, garantía de calidad en la degustación que ofrecen al público y a 28 elegidos, quienes tienen la posibilidad de probar el menú “antropofágico” que ha elaborado para la ocasión el cocinero vasco y su equipo. El equipo de cocina contó con la colaboración de académicos versados en las costumbres culinarias romanas para tratar de imprimir más realismo a la propuesta  gastronómica de la obra. Como veíamos con anterioridad, la gastronomía se pone al servicio del espectáculo ofreciendo una visión mas inquietante aun de la enrevesada trama, donde el grado de profesionalidad del equipo de cocina suaviza a los espectadores para efectuar el acto de fe necesario de ingerir las viandas que se les va ofreciendo a lo largo de la obra. Como dos actores más, los cocineros efectúan su trabajo en una cocina portátil instalada sobre una grada, participando en la acción y protagonizando los momentos mas escatológicos de los cinco actos en los que se desgrana la trama. Alguno de los clímax del espectáculo son creados por ambos cocineros, por ejemplo cuando se acercan a los hijos de Tamora, colgados boca abajo como reses y simulan una descuartización, con litros de sangre caliente incluida. No son meros actores secundarios, protagonizan momentos inolvidables para la retina de los asistentes. Detalles escalofriantes al servicio del espectáculo no paran de surgir. La página web de la Degustación de Titus Andronicus[1] nos ofrece el siguiente menú y su receta correspondiente: Demetrio y Quiron sacrificados. Se recomienda hacer una depilación previa con la ayuda de un soplete a los cuerpos una vez han sido desangrados y están volcados boca a bajo. Este será un buen momento para proceder, con el mismo calor del soplete, al marcado a fuego de los símbolos godos. La sangre se aprovechará para posteriores preparaciones suculentas. Suena como un banquete delirante de Hanníbal Lecter, pero el juego de extremos hace que el espectador quiera ver más, sentir y probar con una insana mezcla de morbo y pavor los trozos de carne que inundan de aromas todo el espacio de la Fura.     
            Pero la comida no lo es todo en la obra. Música, actores, efectos especiales, atrezzo, tecnología, calor y público se conjugan en una catequesis que deja estupefacto a todo aquel afortunado en degustar el banquete de Tito Andrónico. Todo efecto, toda disciplina es experimentada y mutada por el grupo teatral acostumbrado a cambiar el concepto del teatro tradicional que posee la población.





[1] Disponible en http://www.furatitus.com/ [consultado el 10-5-11]

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